Una verdadera fiesta intercultural y espiritual se desarrolló en Roma entre el 28 de julio y el 3 de agosto. Más de un millón de participaron en el Jubileo de los Jóvenes.
Fue un evento similar al de una Jornada Mundial de la Juventud pero enmarcada en el Año Santo, que nos invita a vivir la gracia de la peregrinación y la conversión.
Luego de vivir una semana de oración, adoración, música, arte y otros espacios de encuentro, los jóvenes peregrinos participaron en la Misa de clausura, el domingo 3 de agosto, presidida por el Papa León XIV.
Él los invitó a preguntarse: "¿Qué es realmente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida?" y les recordó que "la plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni de lo que poseemos”. Más bien, “está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría”.
“Necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las «cosas celestiales» (Col 3,2), para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad, haciendo crecer en nosotros ‘sentimientos de profunda compasión, de benevolencia, de humildad, de dulzura, de paciencia, de perdón y de paz, como los de Cristo”, reflexionó el Papa León XIV.
El millón de participantes del Jubileo fueron exhortados a vivir la santidad en la vida cotidiana y a seguir compartiendo la alegría que da el encuentro con Jesucristo.
De esa manera, nosotros nos unimos en oración para que el Jubileo de los Jóvenes en el Año Santo dé abundantes frutos para la sociedad y el mundo.
Fuente: Vatican News
